La filosofía taoísta se fundamenta en dos conceptos opuestos: yin y yang, nombres que se asignan a las dos formas de manifestación del Universo, la luz y la sombra, el día y la noche, el hombre y la mujer, etc. Sin embargo, aunque antagónicos, tienen la tendencia natural a buscarse y complementarse de forma armónica.
yin y yang
Esta filosofía, que nace del Taoísmo, relaciona estrechamente la cosmología, la filosofía y la religión, entendiendo como religión un estado natural del Ser y no un movimiento de masas. Esta filosofía nos indica que el arte de vivir es buscar una relación armoniosa con la naturaleza y lo que nos rodea, personas y cosas. Esto sólo se puede dar con una actitud mental: la espontaneidad, que es la única actitud de equilibrio y armonía en la que solamente renunciamos a las cosas artificiales, a todo aquello que no forma parte de nuestra propia naturaleza. La filosofía taoísta no rechaza de ningún modo el mundo de los sentidos y la vida cotidiana, pues los necesita como un medio para trascenderse a sí misma. Por tanto, las experiencias que vamos viviendo no las buscamos ni las rechazamos, simplemente las aceptamos y nos ceñimos a nuestra realidad de cada momento. Como dice Lao Tze: ¨El sabio no inventa los principios, sigue el orden de la naturaleza¨.
El Tao
El Tao está en todas partes, por lo que no hay ninguna necesidad de buscarlo fuera de nosotros mismos, sólo con alegría puede encontrarse y realizarse. Por eso, en la antigüedad se decía: ¨El sabio recorre el Universo con el corazón alegre¨. La alegría interior nace de una mente positiva y de aquí la seguridad interna, lo que se traduce en serenidad o paz interior. Un estado en el que se alivian todas nuestras tensiones, y desaparecen porque se abandonan las preocupaciones y ansiedades.
En los libros de Chuan Tze, el alumno más aventajado de Lao Tze, abunda el buen humor y surge la risa casi burlesca. En el Budismo, se habla de la ¨alegría del sabio que se distingue por su alegre comportamiento¨. ¨En toda alegría hay ausencia de ansiedad¨, dijo un maestro Zen. Ése será sin duda el estado que nos ilumina.¨
Fragmento extraído del libro La técnica del Tai-Chi, de Ángel Fernández de Castro
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