domingo, 23 de octubre de 2022

Lectura Domingo 23 de octubre



Los gestos lentos y encadenados constituyen una de las particularidades de la práctica del Lian Gong. En ese aspecto se advierte la influencia del Tai Qi Chuan.

De costumbre, asociamos la fuerza a la velocidad y al peso; la debilidad, a los movimientos lentos y las manos vacías. Aquí sucede lo contrario. Los gestos son lentos, pero incluyen la fuerza. Liberando la fuerza interior, se regulariza la circulación muscular e intermuscular, abriendo el paso al Qi.

Tampoco se ha de descuidar ni subestimar el factor psíquico, ya que la capacidad de defensa de nuestro organismo no sólo se halla en relación con el estado funcional del cuerpo, sino también estrechamente vinculado al estado psíquico.

Los movimientos son fáciles de aprender pero se precisa:

- Tener confianza

- Entrenarse con firmeza y resolución

- Ser consciente y optimista

- Tener la firme voluntad de curarse

La serie de ejercicios propuesta puede ejecutarse en conjunto o movimiento por movimiento, aisladamente o en grupo, una o varias veces al día, sin ajustarse a un lugar, a una hora o a una ropa reglamentarios. Sólo se excluyen los tacones y las ropas que estorben los movimientos.

El aprendizaje necesario para emplear la fuerza vital, el Qi, a fin de liberar el cuerpo de las barreras que hemos levantado en él, hay que comenzarlo de inmediato, " aquí y ahora". Hay que acostumbrarse a aprender, a comprender, a percibir lo que sienta bien, lo que libera, y a convertirse en apto para elegir por sí mismo los movimientos, en función de las necesidades de nuestro cuerpo. Y hay que comprender también que la ejecución, es decir, el camino, es tan importante como el movimiento, es decir, la meta.

La meta consiste en alcanzar una mayor flexibilidad del cuerpo, una mayor alegría al moverse, un mayor placer en la conquista del espacio que nos rodea, desplegando nuestros gestos desde el interior hacia el lugar o el objeto al que tendemos, proyectando el cuerpo desde su centro hacia el infinito. Este método permite utilizar plenamente la fantástica riqueza que existe en nuestro interior (nuestro Qi), y es muy de lamentar que no nos la hagan descubrir ya durante la infancia, en la escuela.

Fuente: Los ejercicios de larga vida, de Annik Frontin y Marie-Claude Hucherard

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